que importante es la influencia de la naturaleza.
sin darnos cuenta ella modela nuestras vidas. un aguacero puede cambiar totalmente lo que pasa por nuestras cabezas. puede hacer que el mundo maravilloso, brillante, con colores pastel y neón en el que parece divertido mover los dedos de los pies para sentir las pequeñas hebras de zacate mientras respiran junto a nosotros se vuelva en un tumulto de sentimientos oscuros como la misma noche en la que nos encontramos y estrepitosos como los ladridos de las fieras que antes fueron fieles amigas. pero al detenerse, llega la niebla. mística y nuevamente maravillosa. ahora todo tiene un nuevo aire. se sienten lo olores de la tierra y nos acompaña un árbol centenario, mas sabio que cualquiera de nosotros. ahora todo es tranquilo y lo único que se escucha es el pasar del viento; calmado, melancólico, pensativo y nos envuelve en sus sentimientos. así nos adentramos también, en nosotros mismos, para descubrir realidades que no conocíamos; tal vez, porque no queríamos.
la historia siempre se repite. poco a poco me doy cuenta de la magnitud de esta energia, y me hace feliz. hasta siento ese conocido cosquilleo en la espalda al pensar en la vasta inmensidad de lo que es, la fuerza que tiene, el respeto que se merece... que no le damos.
ella es más poderosa de lo que queremos creer, porque nosotros siempre queremos ser los mas poderosos. pero se siente bien. se siente muy bien, dejarse llevar. sentir bien adentro de nosotros mismos lo pequeños e insignificantes que somos ante tal inmensidad.
no hace falta pensar en el universo, no hace falta ir mas allá de los limites de nuestro mundo. este mundo. el lugar donde nacimos, desnudos e indefensos, tal y como tiene que ser, para luego volver. devolver este cuerpo, que tomamos prestado, para que sirva realmente de algo.